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domingo, 18 de mayo de 2014

Terra de Remences 2014

El pasado fin de semana se celebró la XVII edición de la marcha cicloturista Terra de Remences. Esta popular marcha tiene, por motivos de seguridad, limitadas las inscripciones a 3.000 ciclistas. Se agotaron en menos de 1 día, lo que indica el nivel de la marcha. Personalmente me fue de un pelo el quedarme sin inscripción, suerte del aviso de un compañero que nos dijo que o espabilábamos o nos quedábamos sin dorsal.

La salida era a las 8:30, al salir desde Barcelona el madrugón fue más que notable. Es curioso ir conduciendo un domingo a las 6:30 de la madrugada y ver decenas de coches cargados de bicicletas subiendo hacia la Vall d´en Bas. El día no empezaba demasiado bien, llovía y hacia frío. Al llegar a San Esteve d´en Bas, población desde donde sale la marcha, la traca final: una tormenta de agua tremenda. Mientras aparcábamos la furgoneta ya estábamos pensando que no íbamos a tomar la salida y nos preguntábamos si habría un buen sitio para desayunar. Por suerte, la lluvia paró en seco y nos permitió salir a buscar el dorsal y pensar con tranquilidad si participábamos o no. En el polideportivo del pueblo nos entregaron el dorsal y nos ofrecieron bebida caliente y pastas, un diez a la organización. Después de un buen café las cosas ya se ven de otra manera. El cielo seguía dando tregua aunque las nubes continuaban amenazando, pero el ambientazo ciclista y los paisajes nos animaron a tomar la salida. Si volvía a llover, ya veríamos lo que hacíamos!
La línea de salida lucía espectacular, no todos los días sales con 3.000 ciclistas más! Esta marcha consta de un recorrido de 175 km y otro de 95 km, que es el que escogí yo. Se da la salida y sale el grupo de los del recorrido largo para inmediatamente después salir los del recorrido corto. Si alguien piensa que esto de las cicloturistas es ir de paseo, está totalmente equivocado. En este caso la salida es muy rápida, el grupo se estira en seguida e iniciamos el descenso hacia Olot y la Vall de Vianya a un ritmo frenético. La carretera está cortada al tráfico, puedes rodar totalmente relajado y cruzar las poblaciones a todo trapo sin preocuparte de semáforos y pasos de cebra. El primer puerto que encontramos es el de Capsacosta de 8 km y desnivel medio de 5,2%. El puerto se sube muy cómodamente y de forma muy entretenida, la cantidad de ciclistas y los increíbles paisajes hacen que no te preocupes demasiado por las pendientes que presenta la carretera. A destacar la cantidad de coches y motos de soporte que vas encontrando a lo largo de los km, señal de lo seria que es la organización de la marcha y el interés porque nadie se quede colgado por pinchazo o avería. Una vez llegas a la cima, a 870 metros, te recibe un avituallamiento de líquido, frutos secos y fruta que ayudan a descansar un poco y recuperar fuerzas.


Iniciamos el descenso hacia Ripoll a mil por hora, como diría el gran Perico Delgado. Nos unimos a un grupeto y empezamos a darnos relevos. El ritmo es elevado y si no te esfuerzas corres el riesgo de quedarte colgado a merced del viento. Conclusión, ¡aprieta los dientes y no te separes ni un metro del tío de delante! Nunca antes había rodado por carreteras cerradas al tráfico y puedo asegurar que es una auténtica gozada. Sólo escuchas el sonido de las bicicletas, los cambios de marcha, las ruedas girar... Es completamente diferente a las salidas de domingo rodeados de coches, semáforos y otros peligros...
Casi sin darnos cuenta hemos hecho 50 km y nos encontramos en Ripoll desde donde se inicia la subida al Coll de Canes, de 1.120 metros. Las primeras rampas se hacen bastante duras pero la climatología se alía con nosotros mostrándonos un hermoso sol y una temperatura perfecta para la práctica del ciclismo. Llegamos al Coll de la Creu a 882 metros y segundo avituallamiento. Esta vez es líquido y sólido: pan con tomate, embutidos variados y de calidad, bebida.... ideal para recuperar fuerzas y tomar un par de fotos. Iniciamos un pequeño descenso para continuar el ascenso al Coll de Canes. Las fuerzas ya no van sobradas, toca dosificar energías que puedan hacer falta al final de la ascensión. El silencio de la carretera y las vistas sobre el Ripollès son sobrecogedoras. Finalmente, llegada al Coll de Canes e inicio de un vertiginoso descenso hacia Olot. La carretera es muy rápida, pero decidí no arriesgar y tomármelo con calma. Las curvas y rectas se van sucediendo hasta la llegada a Olot, donde iniciaremos los últimos 15 km en carretera plana pero picando un poquito hacia arriba. Aquí se inicia mi pequeño calvario, la falta de entrenamiento ha hecho que llegase hasta aquí con las fuerzas muy justas. Con mucho esfuerzo, consigo engancharme a un grupito pero al cabo de pocos km veo que no soy capaz de seguir su ritmo y levanto el pedal quedándome durante un rato en tierra de nadie. Me van pasando grupetos pero no me veo con fuerzas de engancharme a ellos, el "tío del mazo" me ha dejado planchadito, planchadito... Miro hacia atrás y veo un grupeto a velocidad moderada. Esta es la mía, aprieto los dientes y me engancho a ellos como una lapa. Me digo a mi mismo que no me suelto de ellos hasta la llegada, y casi lo consigo.... Un par de km antes de llegar, mis piernas dicen BASTA y les dejo ir, pero ya diviso la llegada y eso me anima. Última recta, ya en San Esteve d´en Bas, un par de curvas y llegada!
El ambiente aquí es festivo. Recupero fuerzas a base de embutidos, ensalada de pasta y una cervecita que me la he ganado... Me entregan mi merecido maillot, que luciré orgulloso en mis salidas. Después de descansar y comentar la jugada metemos los trastos en la furgo e iniciamos el regreso a casa. Esa noche dormiré como un bebé y soñaré con la próxima edición de esta fantástica marcha en la que prometo estar más en forma y realizar la de 175 km.

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