Salimos a ritmo moderado, la cantidad de gente tampoco permite ir mucho más rápido, dirigiéndonos hacia Colón para comenzar a subir por el Paral·lel. Las fuerzas están a tope y la subida hasta la calle Entença se hace prácticamente sola. Las sensaciones son buenas y vamos a un ritmo bastante alegre a nuestra llegada a la Gran Vía de Barcelona. Cada día cojo esta avenida cuando vuelvo del trabajo, ni que decir tiene que siempre está colapsada de coches. Poder correr por el centro de la avenida con total libertad y sin ver ni escuchar un solo coche me produce una sensación especial. Primer avituallamiento, lo paso de largo ya que no tengo ninguna sed. Sí, ya sé que a veces hay que beber aunque no se tenga sed pero la verdad es que no me entraba nada en el cuerpo. En las calles, mucho ambiente y animación. A destacar las numerosas batucadas que acompañaban el recorrido y que le daban un ambiente muy festivo a la jornada. Salimos de la Gran Vía por el Passeig de San Joan, donde una leve bajada hace que las piernas descansen un poco, para adentrarnos por las calles del Poble Nou hasta volver a salir a la Gran Vía. Segundo avituallamiento y esta vez si que toca beber. Llegamos hasta Rambla Prim donde una ligera bajada nos lleva hasta la Diagonal, en el km 16. Las piernas empiezan a mostrar algunos signos de dolor, sobre todo a nivel de rodillas y planta de los pies, pero nada excepcional.
Seguimos por la Diagonal hasta Espronceda donde damos la vuelta para volver y rodear el centro comercial Diagonal Mar. La noticia buena es que conozco el terreno a la perfección ya que es mi zona natural de entreno. La mala es que aparece un dolor más que molesto, con pinta de ampolla, en la planta del pie izquierdo obligándome a moderar un poco el ritmo. Contra todo pronóstico aparecen unos rayos de sol que hacen que la temperatura aumente unos grados. En general la gente había salido bastante abrigada, en parte por la mala previsión que habían dado, y empiezo a ver gente sudando la gota gorda. Por suerte, yo no me había abrigado demasiado y lo único que empezó a sobrarme fue el Buff que uso para protegerme el cuello. A la llegada al Port Olímpic ya supero los 18 Km, cifra máxima que había corrido, por lo que estos últimos km eran una incógnita para mí. Llegada a calle Marina y a subir un poco. Mucha gente en la calle animando ayuda a seguir y no desfallecer, aunque los signos de cansancio y dolor son más que evidentes. Lo que era una sospecha se convierte en hecho y una hermosa ampolla decide acompañarme estos últimos km. Llegada a la calle Pujades y últimos metros de la prueba. Hay un ambientazo increíble, mucha gente animando, la verdad es que es muy emocionante. Las fuerzas están justísimas pero se hace un último esfuerzo en honor a la multitud. Una vez en la llegada y después de beber algo y hacer unos estiramientos, dedico unos minutos a descansar y saborear la experiencia. ¡Misión cumplida, prueba superada!
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